A medida que la población sigue migrando de las zonas rurales a las urbanas, el espacio es cada vez más escaso. Muchos asentamientos están cada vez más congestionados, escasean las viviendas adecuadas y asequibles y los sistemas de transporte se esfuerzan por intentar dar servicio a sus respectivos residentes. Pero por mucho que se hable de urbanización en relación con las personas, a veces también es necesario hablar de los animales que acompañan a esas personas: el ganado urbano, que desempeña un papel clave en la provisión de sustento a nivel individual, además de convertirse en una vía para el comercio comunal.
La presencia de ganado en los asentamientos urbanos dista mucho de ser una novedad. Tanto la civilización maya como la azteca practicaban la agricultura urbana, dentro de la cual la ganadería urbana existía en diversas formas. En el contexto contemporáneo, a medida que el suelo de las ciudades se transforma rápidamente para dar paso a las poblaciones migratorias, el suelo doméstico se mezcla con el agrícola, y a su vez con el suelo ganadero.
Nairobi, donde hoy viven casi 4,4 millones de personas, suele considerarse una de las ciudades africanas de más rápido crecimiento. Pero, por mucho que esta expansión demográfica haya aumentado la demanda de viviendas para las personas, también es en gran medida una ciudad de animales. En los asentamientos informales de la ciudad viven ganaderos lecheros a pequeña y gran escala, que mantienen un sistema de comercio en el que los consumidores individuales compran productos lácteos a los pequeños ganaderos, y los procesadores, hoteles y vendedores ambulantes compran leche a los ganaderos a mediana y gran escala.
Los criadores de ganado vacuno también abundan en la ciudad, pero con la salvedad de que su presencia es más temporal. Los pastores de Kajiado, al sur de Nairobi, llegan con frecuencia a la ciudad durante las estaciones secas y llevan a sus animales a pastar a lo largo de la carretera en busca de pastos. La población de ganado vacuno de Nairobi también incluye animales de engorde temporal, traídos de zonas rurales por comerciantes que los engordan durante un mes en zonas cercanas a los mataderos de Nairobi.
Bamako, la capital de Malí, también cuenta con una importante cabaña ganadera urbana, al igual que Harare, en Zimbabwe. Maputo, la capital de Mozambique, con casi 1,2 millones de habitantes, tiene un 29% de su población dedicada a la cría de ganado. Con una creciente demanda de tierras y productos de origen animal en lugares como Nairobi, las iniciativas urbanas tendrán que dar suficiente cabida a esta población no humana, una iniciativa que se hace aún más difícil por el riesgo de propagación de enfermedades. Las zoonosis -enfermedades infecciosas que se transmiten de los animales a las personas- constituyen un gran porcentaje de todas las enfermedades infecciosas identificadas recientemente, además de un número significativo de las ya existentes.
Al igual que la ganadería urbana ejerce presión sobre el espacio disponible en un asentamiento urbano, también existe el efecto en cadena sobre el ecosistema urbano inmediato como consecuencia de tener que obtener alimento para el ganado. El forraje -un tipo de alimento rico en fibra- suele obtenerse de zonas rurales y periurbanas cercanas cortando hierbas y arbustos silvestres. Con frecuencia, sin embargo, el alimento para el ganado urbano se obtiene de residuos de cultivos y desechos domésticos. Un estudio realizado a finales de los años 90 en Ciudad de México, por ejemplo, observó que una proporción significativa del forraje para vacas se componía de residuos generados por los grandes centros de distribución de verduras y frutas de la ciudad, productos considerados no aptos para el consumo humano utilizados para complementar la dieta del ganado.
El mismo estudio describía también cómo las aves de corral y los cerdos de Ciudad de México, criados en el patio trasero de las casas familiares, se alimentaban también de los residuos de alimentos de la ciudad, como restos de tortillas y pan duro. En Nairobi se observan métodos similares de provisión de alimentos para el ganado, con animales alimentados con desechos de los mercados, con el riesgo de que aumente la circulación de patógenos por la ciudad. Al mismo tiempo, la ganadería urbana a menor escala contribuye a la limpieza de los residuos locales, reduciendo la cantidad de residuos orgánicos que hay que eliminar, como un sistema de conejos en Ciudad de Guatemala utilizado para eliminar las sobras locales y su estiércol aplicado posteriormente a los jardines de la ciudad.
A medida que los asentamientos -especialmente en el Sur Global- continúen expandiéndose a escala industrial, su paisaje arquitectónico experimentará un rápido desarrollo, a medida que se intente satisfacer la elevada demanda de viviendas en espacios concentrados. Pero mientras se sigan construyendo torres de pisos y bungalows, también se mantendrá la pertinaz presencia de ampliaciones informales, cobertizos y recintos de madera, láminas de plástico y chapa ondulada, que seguirán construyéndose para la cría de ganado urbano. A medida que se establezcan sistemas para crear ciudades más resilientes y centradas en el ser humano, los animales domésticos de granja -las gallinas, las ovejas, las cabras y el ganado vacuno que abundan en los asentamientos urbanizados de todo el mundo- tendrán su propio papel que desempeñar en un futuro urbano cada vez más complejo.
